No está muy claro qué había al principio del tiempo, antes de que el Omyus existiera. Ni siquiera se sabe si el tiempo apareció en el origen del universo, o si ya existía desde antes. Poco se sabe pero mucho se supone sobre la creación de los mundos, pero los filósofos más grandes de la Tierra de Hierro coinciden en que la Teoría de las Reflexiones, respaldada por el Principio de la Continuidad, es la más acertada para explicarlo.

EL ORIGEN

La continuidad

Se cree que al principio no había nada. Pero no era un vacío ni una ausencia, sino que era algo dotado de existencia, pero que escapa a nuestra comprensión. Los filósofos suponen que antes del Omyus al menos había magia, ya que esa energía es lo que le da la facultad a cualquier cosa de existir. Si nada hubiera podido existir en ese entonces, nada le habría seguido después, porque nada se crea de cero, sino que se transforma: todo tiene Continuidad.

Necesariamente debía de haber un universo, lo que nos invita a pensar que funcionaba con leyes diferentes a las del nuestro, volviendo esa realidad incomprensible para los mortales. Después de todo, aún existen cuestiones que no podemos resolver de nuestro propio mundo, ¿imagínense entender uno anterior en donde no tuvimos un espacio que ocupar? Sí, no teníamos un espacio que ocupar, pero eso no implica que no hayamos existido desde ese entonces. La magia es continua, su cantidad en el universo es constante; la forma en la que existe es lo que va cambiando.

La reflexión

Y la forma de existir nos lleva al momento del cambio: la Reflexión. Aquí los filósofos marcan un punto de inflexión entre la Nada y el Todo: cuando no había nada que podamos comprender y cuando todo se volvió comprensible. Antes de ese instante, se supone que el universo existía únicamente en un plano astral, ya que ese es el plano de la energía, hasta que la magia reflejó esa realidad a través de la materia, creando un plano físico.

EL UNIVERSO

El plano físico y el plano astral

Entonces aparecieron los mundos que conocen los helicios: el Mundo Divino, plano astral del universo, y el Mundo de los Vivos, plano físico del universo. Estos mundos se cree son equivalentes entre sí ya que uno es el reflejo físico del otro. Sin embargo, ambos interactúan de una forma casi unilateral, y de aquí se desprende la teoría de que el Mundo Divino es ese Universo Antiguo a partir del cual la magia creó proyecciones físicas.

Esto explicaría algunas cuestiones, como la influencia y los efectos que tienen los sucesos en el Mundo Divino sobre el Mundo de los Vivos, y cómo la supervivencia de los habitantes de este último depende de las acciones de los habitantes del primero. De aquí nace también el concepto del Ancla que explica por qué grandes cambios en el mundo mortal pueden tener algún efecto en el supuesto Universo Antiguo. Se cree que los seres vivos son, en un principio, seres astrales que están anclados al plano físico a través de contenedores: sus cuerpos; y por eso, cuando esos cuerpos dejan de funcionar, los espíritus regresan hacia el otro lado.

El tercer plano

Y esto nos lleva a la existencia de un tercer mundo, ubicado también en el plano astral, que no tiene fuerza de influir en los otros dos: el Mundo de los Muertos. Se cree que nació luego de la Reflexión, cuando los dioses perdieron la capacidad de proyectarse al plano físico, y que está habitado por espíritus que «ascendieron» hacia él luego de morir, en vez de regresar hacia el Mundo Divino. Ese proceso se conoció como el Ascenso de las Almas, y de él se derivó el nombre del mundo, ya que para habitarlo primero se debería morir en el plano físico. Por esto mismo se cree que el Mundo de los Muertos, al contrario del Divino, es afectado por lo que ocurre en el Mundo de los Vivos: porque es una consecuencia de la muerte física.

LO QUE MUERE Y LO QUE PERDURA

En resumen, la Teoría de las Reflexiones y el Principio de la Continuidad sostienen que el universo se compone de mundos que se fueron reflejando en planos físicos y astrales. Lo que había antes del Omyus es lo mismo que existe ahora, solo que lo hace de una forma diferente. Los filósofos creen que somos eternos, que siempre estuvimos aquí y que solo cambiamos la forma en la que nos manifestamos. Por eso podemos sentir a otros en el roce de una brisa o en la melodía de una canción; lo que muere es nuestro cuerpo, pero nosotros no dejamos de existir; nuestra alma, por más mortales que seamos, perdura en el tiempo y permanece en las cosas que amamos.


0 Comentarios

Deja un comentario

Avatar placeholder

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *